Anselmo de Canterbury

San Anselmo de Canterbury fue un filósofo y teólogo medieval nacido en Aosta en 1033. Procedente de una familia noble, ingresó en el monasterio benedictino de Santa María de Bec, situado en Normandía, y ascendió en el escalafón, primero como prior y luego como abad en 1078.

En 1093 fue nombrado arzobispo de Canterbury, donde murió el 21 de abril de 1109.

Obras

Entre 1076 y 1077, Anselmo escribió sus principales obras: Monologion y Proslogion.

A partir de 1078, cuando fue elegido abad, escribió: El gramático (De grammatico), La verdad (De veritate), El libre albedrío (De libertate arbitrii), La caída del diablo (De casu diaboli), Sobre la fe en la Trinidad (Liber de fide Trinitatis) y Sobre la encarnación del Verbo (De incarnatione Verbi). Durante el periodo en que fue arzobispo de Canterbury, escribió Por qué Dios se hizo hombre (Cur Deus homo).

En los últimos años de su vida, escribió La concordancia de la presciencia, predestinación y gracia de Dios con el libre albedrío (De concordia praescientiae et praedestinationis et gratiae Dei cum libero arbitrio).

Filosofía

La filosofía de San Anselmo está claramente centrada en el pensamiento cristiano. Su notable argumento ontológico, destinado a demostrar la existencia de Dios, destaca como uno de los aspectos más significativos de su pensamiento. Su búsqueda del conocimiento unida a la fe cristiana se resume en su célebre frase: «fides quaerens intellectum» (fe que busca el entendimiento).

Además, son temas recurrentes en sus obras la Trinidad, la Encarnación, la procesión del Espíritu Santo, el pecado original, la caída de Lucifer, la redención y la expiación, la concepción virginal, la gracia y la presciencia, los atributos divinos y la naturaleza del pecado.

Argumentos a posteriori para la existencia de Dios

San Anselmo elabora 4 argumentos a posteriori (partiendo del efecto hacia la causa) para demostrar la existencia de Dios.

Uno de los fundamentos metafísicos de Anselmo trata de las relaciones de dependencia e independencia, subrayando que las cosas pueden tener existencia «por sí mismas» (per se) o «por medio de otra» (per aliud). Este principio se aplica de forma análoga en sus argumentos a favor de la existencia de Dios.

  • En la primera prueba, Anselmo observa la presencia de una diversidad de cosas buenas en el mundo. Luego razona que necesariamente debe haber una única y suprema Bondad, a través de la cual todas las demás cosas obtienen su cualidad de ser buenas.
  • En la segunda prueba, partiendo del mismo principio metafísico, Anselmo argumenta que el concepto de grandeza, en sentido cualitativo, exige la existencia de la grandeza suprema, de la que participan gradualmente todas las demás.
  • La tercera prueba subraya que todo lo que tiene existencia debe derivar su existencia de algo o de nada, pero nada puede originarse de la nada. Por lo tanto, un ser debe existir por sí mismo, siendo la causa de todas las demás cosas.
  • La cuarta prueba procede de la observación de los diversos grados de perfección que encontramos en el mundo, lo que exige la existencia de una Perfección primera y absoluta.

El argumento ontológico

Anselmo trató de sustituir los cuatro argumentos mencionados anteriormente por un único argumento que no necesitara nada más para demostrar su conclusión y que fuera suficiente para establecer la existencia de Dios. Con ello desarrolló uno de los argumentos más discutidos en la historia de la filosofía: el argumento ontológico.

El argumento ontológico es a priori, es decir, se basa únicamente en la idea de Dios sin recurrir a la experiencia empírica.

El argumento puede resumirse así: Dios es aquello de lo que no puede concebirse nada más grande ni más perfecto. Por tanto, si Dios es el ser más grande y perfecto que podemos concebir, se deduce que no podemos imaginarlo como inexistente, ya que la inexistencia implica imperfección. Por tanto, de la mera idea de Dios, la conclusión necesaria es que existe.

Durante la Edad Moderna, Descartes y Leibniz adoptaron el argumento de Anselmo, aunque con algunas modificaciones significativas.

Crítica al argumento ontológico

El argumento de Anselmo recibió críticas de su discípulo Gaunilo, quien en su libro «Liber pro insipiente» (En defensa del necio) propuso el contraejemplo del «hombre necio» para ilustrar que el razonamiento de Anselmo podía aplicarse de forma similar para demostrar la existencia de cosas absurdas.

El ejemplo de Gaunilo es el siguiente: podemos concebir una isla tan perfecta que no pueda ser superada en perfección. Si tal idea de una «isla perfecta» existe en la mente, podemos pensar en algo aún más perfecto, que es esta isla existiendo tanto en la mente como en la realidad. Sin embargo, esto no significa que la isla perfecta exista realmente en la realidad. Gaunilo argumenta que la mera capacidad de concebir algo como el ser supremamente perfecto no implica necesariamente que este ser exista en la realidad.

En la Summa contra gentiles, Tomás de Aquino objeta que no todo el mundo concibe la idea de Dios como «aquel de quien no puede pensarse nada más grande».

Para Immanuel Kant, el argumento de Anselmo falla porque no distingue la existencia pensada de la existencia real.

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