Nicolás de Cusa

Nicolás de Cusa (1401-1464), también conocido como Nicolaus Krebs, fue un cardenal, teólogo, matemático y filósofo del Renacimiento.

Biografía

Nicolás estudió filosofía en la Universidad de Heidelberg (1416), derecho canónico en la Universidad de Padua (1417-1423) y teología en Colonia (1425).

En 1426, prestó asistencia jurídica al cardenal Orsini, legado papal en Alemania, y más o menos al mismo tiempo comenzó su interés por la recopilación de manuscritos clásicos y medievales, entre los que destaca el descubrimiento de doce comedias perdidas de Plauto y varios textos de Cicerón.

Participó activamente en el Concilio de Basilea de 1431. Su obra «De Concordantia Catholica» defendía la supremacía del concilio sobre el Papa y pretendía reformar tanto la Iglesia como el Imperio. Sin embargo, desilusionado por el fracaso del concilio, abandonó la teoría conciliar y comenzó a apoyar la causa papal.

Fue nombrado cardenal en 1448 y obispo de Bressanone en 1450. Murió el 11 de agosto de 1464 en Todi, Umbría.

Obras

Entre sus obras figuran: De Docta ignorantia, De coniecturis, De visione Dei, De principio, De concordantia catholica.

De docta ignorantia

Según Nicolás, el hombre sólo es sabio si es consciente de los límites de su propia mente para conocer la verdad. Para él, el conocimiento es una forma de ignorancia aprendida, denominada «docta ignorantia».

Guiado por un deseo innato de verdad, el ser humano trata de alcanzarla mediante la indagación racional, un proceso que representa el paso de una presunta certeza a una conclusión aún incierta.

El razonamiento, en este contexto, implica una relación o comparación entre la conclusión y las premisas. Cuanto mayor sea la distancia entre ellas, más incierta será la conclusión. Si esta distancia es infinita, la mente nunca alcanzará su objetivo, porque no hay relación o proporción entre lo finito y lo infinito.

De este modo, la mente encuentra limitaciones al intentar comprender lo infinito. El infinito es un absoluto, y lo absoluto trasciende la comprensión mediante relaciones o comparaciones.

Por tanto, la mente no puede comprender al Dios infinito.

A través de la razón, podemos acercarnos cada vez más a Dios, pero no podemos alcanzarlo. Este principio se extiende a cualquier verdad, ya que toda verdad es absoluta.

La razón humana procede por etapas, estableciendo relaciones entre la conclusión y las premisas, y esto la hace incapaz de alcanzar la verdad absoluta. Por tanto, el conocimiento es, en el mejor de los casos, una conjetura (coniectura).

La coincidencia de los opuestos

Para Nicolás de Cusa, la debilidad de la razón humana reside en el principio de no contradicción, según el cual las contradicciones no pueden ser simultáneamente verdaderas para un mismo objeto. Criticó a los aristotélicos que defendían este principio e insistían en que en la realidad existía una «coincidencia de opuestos» (coincidentia oppositorum).

Nicolás tenía preferencia por los neoplatónicos frente a los filósofos aristotélicos, porque los primeros reconocían en el ser humano una facultad de conocimiento que trasciende la razón, denominada intellectus. Esta facultad, que es una forma de intuición o inteligencia, permitía ir más allá del principio de no contradicción, haciendo posible percibir la unidad y coincidencia de los opuestos en la realidad.

Para Nicolás, los neoplatónicos cristianos, especialmente San Agustín, Boecio, Pseudo Dionisio, San Anselmo, San Buenaventura y el Maestro Eckhart, fueron quienes mejor describieron y cultivaron esta facultad.

Dios

Nicolás trató de demostrar la coincidencia de los opuestos en Dios. Según él, Dios es el máximo absoluto o el ser infinito, en el sentido de que tiene la plenitud de la perfección. No hay nada fuera de él.

Si podemos decir que Dios es el máximo, también podemos decir que es el mínimo. Él es al mismo tiempo todos los extremos, tanto el máximo absoluto como el mínimo absoluto. En resumen, en Dios, el ser infinito, toda oposición se reconcilia en la unidad perfecta.

Frases

«Eres tú, oh Dios, a quien se busca en diversas religiones, de diversas maneras, y se te nombra con diversos nombres. Pues permaneces tal como eres, incomprensible e inexpresable para todos. Cuando bondadosamente lo concedas, entonces cesarán la espada, el odio envidioso y el mal, y todos sabrán que sólo hay una religión en la variedad de ritos religiosos.»

«Con los sentidos, el hombre mide las cosas perceptibles, con el intelecto mide las cosas inteligibles y alcanza las cosas suprainteligibles de manera trascendental.»

«Dios, por lo tanto, es la esencia más simple de todo el universo».

«Dentro de sí misma, el alma ve todas las cosas más verdaderamente que cuando existen en cosas distintas fuera de ella. Y cuanto más se vuelve hacia otras cosas para conocerlas, tanto más entra en sí misma para conocerse.»

«La vida, tal como existe en la Tierra en forma de hombres, animales y plantas, puede encontrarse, supongamos, en forma elevada en las regiones solar y estelar. En vez de pensar que tantas estrellas y partes de los cielos están deshabitadas y que sólo esta Tierra nuestra está poblada -y tal vez con seres de tipo inferior-, supongamos que en todas las regiones hay habitantes, difiriendo de grado en su naturaleza y debiendo todos su origen a Dios, que es el centro y la circunferencia de todas las regiones estelares».

«En cuanto a los habitantes de los mundos distintos del nuestro, podemos saber aún menos, ya que no tenemos normas para evaluarlos.»

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