Leibniz

Como varios de los racionalistas, Gottfried Wilhelm von Leibniz (1646-1716), nacido el 1 de julio en Leipzig (Alemania), fue un gran matemático. De hecho, desarrolló el cálculo diferencial e integral más o menos al mismo tiempo que Newton, aunque lo hizo de forma independiente.

Leibniz vivió en una época intelectualmente estimulante. Fue contemporáneo de Hobbes, Spinoza y Locke; Malebranche murió un año antes que Leibniz, y Newton sólo 11 años después. Su padre era profesor de filosofía moral en la Universidad de Leipzig, donde Leibniz ingresó a los 15 años. Su educación temprana incluyó los clásicos griegos y romanos y las obras de Bacon, Descartes y Galileo. Se doctoró en Derecho a los 20 años.

Monadología

Leibniz combinó la física, la biología, la introspección y la teología en una extraña y compleja visión del mundo. Uno de los objetivos de Leibniz era conciliar los numerosos y espectaculares nuevos descubrimientos científicos con la creencia tradicional en Dios. Spinoza intentó hacer lo mismo equiparando a Dios y a la naturaleza, eliminando así cualquier fricción entre religión y ciencia.

La solución propuesta por Leibniz al problema era más compleja. Con la ayuda del recién inventado microscopio, Leibniz pudo comprobar que la vida existe en todas partes, incluso donde el ojo humano no puede verla. Creía que la división de las cosas en vivas o no vivas era absurda. En cambio, concluyó que todo estaba vivo. El universo estaba formado por un número infinito de unidades de vida llamadas mónadas.

Una mónada (del griego monas, que significa «único») es como un átomo vivo, y todas las mónadas son activas y conscientes. Sin embargo, existe una jerarquía en la naturaleza, similar a la «escalera de la naturaleza» (scala naturae) propuesta por Aristóteles.

Aunque todas las mónadas son activas y conscientes, varían en la claridad y distinción de los pensamientos que son capaces de tener. En otras palabras, las mónadas difieren en inteligencia. Lo que a veces se llama materia inerte se compone de mónadas incapaces de nada, excepto de pensamientos extremadamente confusos. Luego, en una escala de inteligencia gradualmente creciente, vienen las plantas, los microbios, los insectos, los animales, los humanos y Dios.

Por tanto, las diferencias entre todas las cosas del universo son cuantitativas, no cualitativas. Todas las mónadas tratan de aclarar sus pensamientos, en la medida de sus posibilidades, porque el pensamiento claro causa placer. Aquí hay un importante punto de acuerdo entre Aristóteles y Leibniz, porque Leibniz veía una mónada como una potencia que busca convertirse en acto. En otras palabras, toda mónada, y por tanto toda la naturaleza, se caracterizaba por una causa o propósito final.

Dios y el hombre

Junto a Dios, los seres humanos poseen las mónadas capaces del pensamiento más claro. Sin embargo, dado que los seres humanos están formados por todo tipo de mónadas, desde las que posee la materia, las plantas y los animales, nuestros pensamientos no siempre son claros; y en la mayoría de los casos, no lo son. Sin embargo, como humanos, tenemos el potencial de pensar con claridad, sólo superado por el de Dios.

Así pues, Leibniz afirmaba que los organismos son agregados de mónadas que representan diferentes niveles de conciencia (inteligencia). Sin embargo, siguiendo de nuevo a Aristóteles, creía que cada organismo tenía un alma (mente) que dominaba su sistema; es esta mónada dominante la que determina el potencial intelectual de un organismo. Es la naturaleza de la mónada (alma) dominante de los humanos la que les proporciona un potencial intelectual sólo inferior al de Dios.

El hecho de que los humanos posean muchas mónadas de naturaleza inferior, y que las ideas proporcionadas por nuestra mónada dominante existan sólo como potencialidades, explica por qué experimentamos las ideas con distintos grados de claridad. Las mónadas, según Leibniz, nunca pueden ser influenciadas por nada fuera de ellas mismas. Por lo tanto, la única forma en que pueden cambiar (aclararse) es mediante el desarrollo interno, es decir, actualizando su potencial.

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