Avicena

¿Quién fue Avicena?

Avicena (nombre persa, Ibn Sinä; 980-1037) fue un médico, filósofo y científico árabe. De niño, Avicena había memorizado el Corán a los 10 años. De adolescente, había leído tantas veces la Metafísica de Aristóteles que podía recitarla de memoria. Se hizo médico antes de los 20 años y, de joven, fue considerado el mejor de los médicos musulmanes.

Escribió libros sobre muchos temas, como medicina, matemáticas, lógica, metafísica, teología islámica, astronomía, política y lingüística. Su libro sobre medicina, al-Qanun (El canon de la medicina), se utilizó en las universidades europeas durante más de cinco siglos. En la mayor parte de su obra se inspiró en Aristóteles, pero introdujo modificaciones en la filosofía del Estagirita que perduraron durante cientos de años.

Teoría del conocimiento: los siete sentidos internos

En su análisis del conocimiento humano, Avicena comenzó con los cinco sentidos externos: vista, oído, tacto, gusto y olfato. A continuación, postuló siete «sentidos internos», organizados en una jerarquía.

El primero es el sentido común, que sintetiza la información proporcionada por los sentidos externos. La segunda es la imaginación retentiva, la capacidad de recordar la información sintetizada del sentido común. La tercera y la cuarta son la imaginación animal compositiva y la imaginación humana compositiva.

La imaginación compositiva permite a los humanos y a los animales aprender a qué acercarse o a qué evitar en el entorno. Para los animales, se trata de un proceso estrictamente asociativo. Posteriormente se evitan los objetos o eventos asociados al dolor y se consideran los asociados al placer.

Sin embargo, la imaginación compositiva humana permite la combinación creativa de la información del sentido común y la imaginación retentiva. Por ejemplo, los humanos pueden imaginar un unicornio sin haber visto nunca uno; los animales no humanos no poseen esta capacidad.

El quinto es el poder de estimación, la capacidad innata de emitir juicios sobre los objetos del entorno. Los corderos, por ejemplo, pueden tener un miedo innato a los lobos, y los humanos pueden tener un miedo innato a las arañas y las serpientes, o puede haber una tendencia natural a acercarse a las cosas que conducen a la supervivencia.

La sexta es la capacidad de recordar los resultados de todo el procesamiento de la información que se produce más abajo en la jerarquía, y la séptima es la capacidad de utilizar esa información.

Diferencias entre Aristóteles y Avicena

Aunque Aristóteles sólo postuló tres sentidos internos (sentido común, imaginación y memoria) y Avicena siete, el filósofo árabe era esencialmente aristotélico. Su principal diferencia con la filosofía de Aristóteles se refiere al intelecto activo.

Para Aristóteles, el intelecto activo se utilizaba para comprender los principios universales que no podían obtenerse mediante la simple observación de los hechos empíricos. En Avicena, el intelecto activo adquiría cualidades sobrenaturales. El intelecto es la capacidad del ser humano que le permite comprender el plan cósmico y entrar en relación con Dios. Para Avicena, la comprensión de Dios representaba el nivel más alto de la actividad intelectual.

La medicina

Como médico, Avicena empleó una amplia gama de tratamientos para las enfermedades físicas y mentales. Por ejemplo, intentaba tratar a los pacientes melancólicos leyéndoles o utilizando la música como terapia. A veces incluso intentaba asustar a los pacientes sobre sus enfermedades. Alexander y Selesnick dan el siguiente ejemplo:

Cuando uno de sus pacientes afirmó que era una vaca y berreó como tal, Avicena le dijo que un carnicero venía a matarlo. El paciente tenía las manos y los pies atados, por lo que Avicena proclamó que estaba demasiado delgado y que debía engordar, y lo desató. El paciente comenzó a comer con entusiasmo, «cobró fuerzas, abandonó el delirio y se curó».

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