Thomas Reid

¿Quién fue Thomas Reid?

Thomas Reid (1710-1796) nació el 26 de abril en Strachan, Escocia, donde su padre ejerció como ministro durante 50 años. Su madre era miembro de una prominente familia escocesa, y uno de sus tíos era profesor de astronomía en Oxford y amigo íntimo de Newton. Fue el creador de la filosofía escocesa del sentido común.

Al igual que Kant, llegó a su posición filosófica original leyendo a Hume. Reid señaló que todos los filósofos modernos -Descartes, Locke y Berkeley, por ejemplo- asumieron que los objetos inmediatos de la mente humana en el pensamiento y la percepción son entidades mentales peculiares llamadas ideas, y que Hume reconoció que si sólo tenemos acceso a ideas desconectadas, no podemos tener un conocimiento que trascienda las ideas.

Pero las conclusiones de Hume eran demasiado extremas en su escepticismo para ser sostenibles. Por lo tanto, su premisa básica -la teoría de las ideas- debe ser abandonada. En Inquiry into the Human Mind, Reid, atacó la teoría de las ideas por no ser intuitivamente evidente ni útil para explicar lo que se introdujo para explicar.

Hume sostenía que, dado que todo lo que podíamos experimentar eran impresiones sensoriales, todo lo que podíamos conocer debía basarse únicamente en ellas. Para Hume, pues, el conocimiento de cosas como Dios, el yo, la causalidad e incluso la realidad externa era simplemente inalcanzable. Reid discrepó enfáticamente con Hume, diciendo que como tenemos tal conocimiento, el argumento de Hume debe ser erróneo.

Reid presentó sus argumentos contra Hume y los demás empiristas en sus obras:

  • An Inquiry into the Human Mind on the Principles of Common Sense (1764);
  • Essays on the Intellectual Powers of Man (1785);
  • Essays on the Active Powers of the Human Mind (1788);

La filosofía del sentido común

Thomas Reid sostenía que, puesto que todos los humanos estaban convencidos de la existencia de la realidad física, ésta debía existir. Además, en los tribunales se valora mucho el testimonio de los testigos oculares. Por tanto, no hay motivos razonables para dudar de la realidad externa.

Si la lógica de Hume le llevó a concluir que nunca podríamos conocer el mundo físico, entonces algo estaba mal en la lógica de Hume. Podemos confiar en nuestras impresiones del mundo físico porque tiene sentido hacerlo. Estamos dotados de forma natural de habilidades para manejar y dar sentido al mundo. Según Reid, los razonamientos fuera de los principios del sentido común, como los argumentos metafísicos, podrían llamarse «locuras metafísicas».

La gente puede decir que no sabe si sus sensaciones reflejan fielmente el mundo físico, como creía Hume, pero todo el mundo – incluido Hume – asume que los sentidos captan la realidad. Suponer lo contrario, según Reid, es motivo de encierro.

El realismo directo de Thomas Reid

Para Reid, nuestras sensaciones no sólo reflejan la realidad con exactitud, sino que lo hacen inmediatamente. La creencia de que el mundo es tal y como lo experimentamos inmediatamente se denomina realismo directo.

Aunque Thomas Reid era claramente un racionalista, no creía que fuera necesario emplear la razón para experimentar el entorno con precisión; tampoco creía que los principios asociacionistas de los empiristas fueran ciertos. En otras palabras, no creía que la conciencia se formara por la adición de una sensación a otra o el recuerdo de otras. En cambio, experimentamos los objetos inmediatamente como objetos debido a nuestro poder innato de percepción.

Percibimos el mundo directamente en términos de unidades significativas, no como sensaciones aisladas que luego se combinan mediante principios asociativos.

Thomas Reid explicó por qué creía que la capacidad de razonamiento no podía ser un requisito previo para la percepción exacta del mundo:

El Ser Supremo quiso que tuviéramos el conocimiento de los objetos materiales que nos rodean que es necesario para satisfacer las necesidades de la naturaleza y evitar los peligros a los que estamos constantemente expuestos; y ha adaptado admirablemente nuestras facultades de percepción a este propósito. Si la inteligencia que tenemos de los objetos externos se obtuviera sólo por el razonamiento, la mayoría de los hombres estarían desprovistos de ella; porque la mayoría de los hombres difícilmente aprenden a razonar; y en la infancia ningún hombre puede razonar. Por lo tanto, como esta inteligencia de los objetos que nos rodean, y de los cuales podemos recibir tanto beneficio o daño, es igualmente necesaria para los niños y para los hombres, para los ignorantes y para los doctos, Dios en su sabiduría nos la imparte de manera que pone todo en un nivel. La información de los sentidos es tan perfecta y da plena convicción al más ignorante, como al más docto.

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