Seguro que ya se ha encontrado con esta famosa frase: «Pienso, luego existo«. ¿Sabes lo que significa? Mucha gente cree que esta frase es un incentivo al pensamiento crítico, a la libertad de expresión o algo así, pero en realidad, esta frase tiene poco que ver con eso.
Esta frase se sitúa en un contexto más filosófico de lo que se puede imaginar. Pero primero averigüemos quién es su autor.
«Pienso, luego existo», ¿quién lo dijo?
El autor de esta frase es René Descartes (1596-1650), físico, matemático y considerado el primer filósofo moderno.
Sus grandes aportaciones a la ciencia, las matemáticas y la filosofía le convirtieron en un importante personaje de la Revolución Científica del siglo XVII.
Una de sus creaciones es la geometría analítica, también llamada geometría cartesiana.
¿Y qué significa «pienso, luego existo»?
Con esta frase, Descartes quería establecer una verdad indubitable; una verdad tan evidente que nadie podía negarla sin contradecirla.
Su objetivo al establecer esta verdad absoluta era construir un sistema filosófico riguroso.
Descartes estaba insatisfecho con toda la filosofía que había construido la época medieval. La filosofía medieval estaba anclada en la filosofía aristotélica y el pensamiento cristiano (San Agustín, Tomás de Aquino, etc.), y en la época de Descartes ya estaban perdiendo fuerza gracias a los nuevos descubrimientos científicos.
Para él, la filosofía seguía contaminada con tesis supuestamente verdaderas; tesis que no podían sostenerse con una dosis de duda. De hecho, esto es lo que hizo Descartes, puso todas las supuestas verdades filosóficas en el terreno de la duda para tratar de encontrar una verdad absoluta, imposible de refutar.
¿Qué «verdad» se sostendría ante la duda más radical?
Los sentidos nos engañan
Se podría decir que el mundo es real. No puedes dudar de que mi casa, por ejemplo, no existe en la realidad. Bueno, Descartes tiene buenos argumentos para demostrar lo contrario.
Según el pensador francés, no debemos confiar demasiado en nuestros sentidos. ¿Quién no se ha dejado engañar por sus sentidos? A veces, creemos ver algo y cuando nos acercamos, no es lo que imaginábamos.
De esto, Descartes concluye que si los sentidos ya nos han engañado una vez, pueden engañarnos siempre. No se puede confiar en ellos. Así, desmonta todo tipo de verdad que se derive de los sentidos.
El genio maligno
También se podría decir que los cálculos matemáticos son verdaderos en cualquier caso: 1+1 es igual a 2 ahora y siempre. ¿Lo es? Descartes lo duda.
Para él, las matemáticas no pueden ser la verdad más absoluta que busca, porque podría haber una especie de genio maligno, un dios engañador, que nos hace creer que estas cosas son verdaderas y evidentes, cuando en realidad no lo son.
Sueño y realidad
Para concluir, Descartes también sostiene que no estamos seguros de que nuestra realidad no sea un simple sueño. ¿Será que en este momento sólo estás soñando? ¿Cómo puede demostrar lo contrario?
Cogito ergo sum: el fundamento de la filosofía cartesiana
Después de destruir todas las certezas humanas, Descartes afirma que hay una verdad incuestionable: pienso, luego existo (cogito ergo sum, en latín).
Desde el mismo hecho de dudar, sé que pienso y que existo. Si no hubiera pensamiento y existencia, no habría posibilidad de dudar. Esta sería la verdad más evidente que el hombre puede concebir.
El fundamento de toda la filosofía cartesiana se define en esta verdad. Lo que hace entonces es intentar apartarse de ella y encontrar otras nuevas.
Así que no se trata de una simple frase poética. Tiene un propósito estrictamente filosófico.
Descartes, como todo buen filósofo, busca la «verdad más verdadera» que el pensamiento puede concebir. Ningún otro filósofo antes de él había construido un sistema filosófico basado en esta verdad, por lo que Descartes revolucionó la filosofía de su tiempo.
¿Es posible no estar de acuerdo con «pienso, luego existo»?
Ninguna persona con cordura negará esta verdad, pero es posible negar el «pienso, luego existo» como punto de partida filosófico, o como única verdad evidente.
Hubo filósofos que no estuvieron de acuerdo con Descartes, porque según ellos la existencia del mundo exterior es evidente, y negarla, como hizo Descartes, sería absurdo.
La originalidad de la experiencia humana es siempre la de un ser-en-el-mundo. No somos una cosa absolutamente pensante, somos seres encarnados en un cuerpo. De hecho, el propio pensamiento sólo se desarrolla a través del contacto con el mundo exterior. Por lo tanto, decir que sólo somos una cosa pensante es destruir nuestra experiencia de un ser esencialmente relacionado con el mundo, con el no-yo.
Nuestro pensamiento presupone nuestra existencia, pero también presupone la existencia del mundo y del otro.
Por último, esto nos demuestra que en la filosofía no hay unanimidad. Siempre hay espacio para el diálogo.
Cómo citar este artículo
APA:
Vieira, S. (2021, agosto 16). Pienso, luego existo. Filosofia do Início. Recuperado de https://filosofiadoinicio.com/es/pienso-luego-existo/.
Descartes estuvo muy bien, pero la verdad evidente es «Piensan, luego existo», ya que la duda nace a raíz de la percepción y la percepción es dada por el entorno, existimos en algo, ese algo es una construcción realizada por otros, cuyos límites son dados por la experiencia.
La capacidad de dudar es consecuencia de que otros piensan. Muy bien por Descartes pero le faltó ir un pasito más atrás, pues se sintió muy seguro bajo la cobija del libre albedrío.
La realidad es que estando él situando su razonamiento en una capa por sobre el entorno, realmente quizás no exista tal y como se lo imagina o en donde se lo imagina… IA 🙂