Filón de Alejandría

Filón de Alejandría (c. 15 a.C.-50 d.C.), conocido como el «Platón judío», utilizó el relato de la creación del hombre en la Biblia como punto de partida de su filosofía.

De este relato podemos deducir que el cuerpo humano se formó a partir de la tierra, mientras que el alma humana se entendía como una parte de Dios:

Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fué el hombre en alma viviente.

Gênesis 2:7

Así pues, el ser humano tiene una doble naturaleza: cuerpo y alma. El cuerpo es inferior y despreciable, y el alma es un fragmento del ser divino o, al menos, un rayo de luz divina.

La vida de un individuo humano puede desarrollarse en dos direcciones: hacia abajo, alejándose de la luz interior y acercándose a las experiencias de la carne; o hacia arriba, alejándose de las experiencias de la carne y acercándose a la luz interior.

Filón de Alejandría

Conocimientos sensibles

Filón de Alejandría, al igual que los pitagóricos y Platón, condenaba la experiencia sensorial porque no podía proporcionar conocimiento. A esto, sin embargo, Filón añadió la creencia de que la experiencia sensorial debe ser condenada porque tal experiencia interfiere con la comprensión directa y la comunicación con Dios.

Según Filón, todo conocimiento proviene de Dios. Sin embargo, para recibir la sabiduría de Dios, el alma (la mente) debe ser purificada. Es decir, la mente debe estar libre de todas las distracciones sensoriales.

El verdadero conocimiento sólo puede alcanzarse cuando una mente purificada y pasiva actúa como receptora de la iluminación divina. Los humanos por sí solos no saben nada, ni pueden saber nada. Sólo Dios tiene sabiduría, y sólo él puede impartirla.

Vemos, pues, que Filón de Alejandría estaba de acuerdo con Pitágoras y Platón en que el conocimiento no puede obtenerse a través de la experiencia sensorial. De hecho, para los tres filósofos, la experiencia sensorial inhibe la consecución del conocimiento.

Dios y los hombres

A diferencia de Pitágoras y Platón, Filón no creía que la introspección del contenido del alma revelara el conocimiento. Para Filón, el conocimiento provenía de una relación directa y personal con Dios.

Esta tesis representaba una nueva visión del conocimiento, que habría sido ajena a los griegos. En lugar de que el conocimiento se busque racionalmente, fue revelado por Dios, pero sólo a las almas que estaban preparadas para recibirlo, es decir, a las almas que mediante una intensa meditación se purificarán de todas las influencias de la carne.

Una vez más, los humanos sólo pueden conocer lo que Dios proporciona. Aparte de la meditación, el alma puede recibir el conocimiento divino en los sueños y en los trances, porque durante ambos la mente está divorciada de los asuntos mundanos.

Así, a la desconfianza y antipatía pitagórica-platónica por la información sensorial y la glorificación de la racionalidad, Filón añadió la creencia de que el alma (mente) es el aliento de lo divino dentro del ser humano y es el medio por el que la divinidad da a conocer su sabiduría al hombre.

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