¿Qué es la virtud según Aristóteles?

La virtud para Aristóteles es el camino para alcanzar la felicidad. El filósofo griego, en su obra Ética Nicomaquea, afirma que debemos controlar nuestros deseos e impulsos con el uso de la razón.

Sin excesos y sin faltas, la virtud ética para Aristóteles está en el término medio, en la justa medida.

¿Qué es la virtud para Aristóteles?

El término virtud proviene de la palabra griega areté, que significa, en un sentido amplio: excelencia.

Pero, ¿en qué consiste esta excelencia?

Para responder a esto, hay que recordar que Aristóteles era un defensor de la doctrina del teleologismo (finalismo), que afirma que todo ser tiene un fin, es decir, una finalidad que le es propia.

El propósito de un cuchillo, por ejemplo, es cortar algo; el propósito de los instrumentos musicales es producir música.

Cuando un ser cumple perfectamente aquello para lo que fue hecho, es decir, su finalidad, podemos decir que ha alcanzado la excelencia, su virtud. Así, el cuchillo alcanza su excelencia (virtud) cuando corta bien y el instrumento musical cuando puede producir buena música.

Por tanto, para hablar de las virtudes propiamente humanas debemos conocer el fin último del hombre, al fin y al cabo, la virtud está íntimamente ligada a la finalidad de un ser.

¿Cuál es la finalidad de la vida humana?

Si todo ser tiene una finalidad, ¿cuál sería la del hombre? Según Aristóteles, la finalidad de la vida humana es alcanzar la felicidad (eudaimonia, en griego).

Y nuestra felicidad, para Aristóteles, consiste en alcanzar la excelencia de las facultades más elevadas de nuestra alma.

Ahora bien, lo que hace al hombre un ser diferente de todos los demás seres vivos es justamente su racionalidad: el hombre es un animal racional, ya decía Aristóteles.

Por eso, es importante entender cómo Aristóteles concibe el alma humana y la relación de ella con las virtudes.

El alma humana y sus funciones

Para Aristóteles el alma humana posee tres partes que ejercen funciones diferentes:

  • alma intelectiva: responsable por su razón, por su capacidad de pensar y entender las cosas inteligibles. Esta es el alma más importante y superior a las otras; es aquella que hace del hombre un ser único, esencialmente diferente de los animales irracionales. ;
  • alma sensitiva: que da al hombre la capacidad de sentir las cualidades sensibles, es decir, sus 5 sentidos; además, de ella procede nuestros deseos (apetito);
  • alma vegetativa: aquella que es base de todo organismo vivo: hombres, animales, plantas, responsable de las funciones más elementales de la vida: generación, nutrición, reproducción.

Cada una de estas 3 partes del alma tiene funciones propias y, por lo tanto, si ellas cumplen adecuadamente sus finalidades alcanzarán la excelencia, la virtud.

Por ser la parte más básica de todos los seres vivos, Aristóteles no considera las virtudes del alma vegetativa. Su enfoque es el alma intelectiva y sensitiva.

2 tipos de virtudes del alma

Aristóteles divide 2 especies de virtud según la naturaleza del alma:

  • Virtud dianoética (del griego dianoia, que significa ‘razón’) posee relación con el alma intelectiva;
  • Virtud ética/moral, posee relación con el alma sensitiva;

¿Qué es la virtud dianoética?

La virtud dianoética, también llamada virtud intelectual, está relacionada con el alma intelectiva (racional) del hombre. Esta parte racional, a su vez, tiene dos funciones:

  1. Conocer las cosas inmutables y necesarias;
  2. Conocer lo cambiante y lo contingente;

En consecuencia, la virtud dianoética también se dividirá en dos, según estas funciones citadas anteriormente:

  1. Sabiduría (Sophía, en griego): relacionada con el conocimiento de lo inmutable, de lo divino, de la ciencia metafísica que estudia el ser como ser; las causas y principios primeros y eternos. Por lo tanto, esta virtud está ligada a la sabiduría teórica.
  2. Discernimiento (phrónesis): designa la capacidad de elegir de modo justo y adecuado, conduciendo al hombre al camino del bien y evitando el mal. De este modo, la phrónesis se considera una sabiduría práctica.

Es decir, si conozco las verdades eternas e inmutables, puedo decir que ejerzo con excelencia la función de mi alma racional cuya función es justamente el conocimiento de lo necesario e inmutable. Luego, tengo la virtud dianoética llamada Sabiduría (Sophia).

Por otro lado, si con el uso de mi razón consigo discernir adecuadamente aquello que es bien y mal en la vida práctica, en lo cotidiano mismo, entonces puedo decir que tengo la virtud llamada phrónesis.

¿Qué es la virtud ética?

La virtud ética, a su vez, está relacionada con la parte del alma sensitiva del hombre.  Y según Aristóteles, esta alma tiene una cierta relación con la razón, pues la razón tiene la capacidad de dominarla. Diferente del alma vegetativa, en la cual la razón no tiene ningún dominio.

Como ya se ha dicho, en el alma sensible están anclados los deseos e instintos humanos.

Cuando un individuo pone estos instintos y deseos en el dominio de la razón, alcanza la virtud ética. Pero hace falta un dominio estable de los instintos, no basta con que sea temporal, ¡tiene que convertirse en un hábito!

La virtud ética como un hábito

Controlar los impulsos y los deseos no es cosa fácil. Aristóteles dice que solo es posible dominarlas a través de un esfuerzo dedicado hasta el punto de convertirse en hábitos y luego en virtudes. ¿Pero qué es un hábito?

Hábito (héxis, en griego; habitus, en latín) es una cualidad estable, de difícil cambio, y que es alcanzada justamente a través de dedicación, superación y repetición. Diferencia de la disposición (diathesis) que es una calidad más fácil de cambiar.

Aristóteles en el capítulo VIII de su obra Categorías define la virtud como un hábito:

Llamemos, a una especie de calidad, hábito y disposición. Un hábito difiere de una disposición por ser más estable y más duradero. Así son los conocimientos y las virtudes. Porque el conocimiento parece ser algo permanente y difícil de cambiar (incluso si alguien lo consigue moderadamente), a menos que se produzca un cambio importante, por enfermedad o por alguna otra cosa de este tipo.

Ahora bien, si el hábito es una cualidad adquirida, se deduce lógicamente que la virtud no es una cualidad innata: nadie nace virtuoso, se hace. Aristóteles afirma en la Ética Nicomaquea:

Siendo, pues, de dos clases la virtud, intelectual y moral, la primera, por regla general, se genera y crece gracias a la enseñanza – por eso requiere experiencia y tiempo; mientras que la virtud moral se adquiere como resultado del hábito, donde se ha formado su nombre por una pequeña modificación de la palabra (hábito). Por todo ello, se evidencia también que ninguna de las virtudes morales surge en nosotros por naturaleza.

La virtud ética y el término medio

Los deseos e impulsos instintivos del alma sensitiva tienden al vicio del exceso y de la falta. La razón del hombre debe controlar estos impulsos en la justa medida, en el medio. Dice Aristóteles:

[…] Ahora bien, la virtud se refiere a las pasiones y acciones en las que el exceso es una forma de error, así como la carencia, mientras que el término medio es una forma de acierto digna de alabanza

Por ejemplo, una persona muy valiente, que no teme a nada, está cometiendo un error por exceso, ya que puede poner su vida en riesgo. Por otro lado, la persona miedosa erra por el vicio de la falta.

Por lo tanto, la virtud del coraje debe quedarse en el medio; siempre valorando el equilibrio. Dice él en Ética a Nicómaco:

Por ejemplo, tanto el miedo como la confianza, el apetito, la ira, la compasión, y en general el placer y el dolor, pueden ser sentidos en exceso o en grado insuficiente; y, en un caso como en el otro, eso es un mal. Pero sentirlos en la ocasión apropiada, con referencia a los objetos apropiados, para con las personas apropiadas, por el motivo y de la manera conveniente, en eso consisten el medio-término y la excelencia característicos de la virtud.

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