Pienso, luego existo

Seguro que ha oído esta frase en alguna parte: pienso, luego existo. ¿Sabe lo que significa?

Pienso, luego existo, ¿quién lo dijo?

El autor de la frase Pienso, luego existo es René Descartes (1596 – 1650), físico, matemático y considerado el primer filósofo de la modernidad.

Sus notables aportaciones en los campos de la ciencia, las matemáticas y la filosofía le convirtieron en una figura clave durante la Revolución Científica del siglo XVII.

René Descartes, por Frans Hals
René Descartes, por Frans Hals, 1649.

¿Qué significa «pienso, luego existo»?

Pienso, luego existo significa que la capacidad de pensar es una prueba irrefutable de la propia existencia.

Con esta frase, Descartes pretendía establecer una verdad incontestable, una verdad tan clara que nadie pudiera negarla sin caer en contradicción, y de este modo lograría construir un sistema filosófico inquebrantable.

¿Por qué buscaba Descartes una verdad absoluta?

Descartes buscaba una verdad absoluta debido a su insatisfacción con la filosofía de su época, muy influida por Aristóteles y la Escolástica.

Impulsado por las transformaciones sociales y los recientes descubrimientos científicos de su época, Descartes se propuso reexaminar los fundamentos de la filosofía. Para ello, sometió todo a la duda, incluida su propia existencia.

Los sentidos nos engañan

Podemos suponer que la existencia del mundo es evidente, fuera de toda duda. Sin embargo, Descartes no compartía esta certeza.

Según el pensador francés, no debemos fiarnos de nuestros sentidos, porque pueden engañarnos. Por ejemplo, a menudo creemos ver un determinado objeto, pero cuando nos acercamos, nos damos cuenta de que no era lo que imaginábamos.

A partir de ahí, Descartes llega a la conclusión de que si los sentidos ya nos han engañado una vez, siempre podrán engañarnos. De este modo, rechaza todas las supuestas verdades que se basan en los datos de los sentidos.

El genio maligno

También podríamos argumentar que los cálculos matemáticos son verdaderos y evidentes en cualquier situación: 1 + 1 es igual a 2, ahora y siempre. Sin embargo, Descartes lo pone en duda.

Según Descartes, las matemáticas no pueden ser la verdad absoluta que busca, ya que puede existir la presencia de un genio maligno o de un dios engañoso que nos haga creer que estas cosas son verdaderas y evidentes por sí mismas, cuando en realidad no lo son.

Sueño y realidad

Descartes sostiene que no podemos estar seguros de que nuestra realidad no sea más que un mero sueño. ¿Podría ser que ahora mismo sólo estuvieras soñando? ¿Cómo podría demostrar lo contrario?

Conclusión de Pienso, luego existo

Tras cuestionar todas las certezas humanas, Descartes declaró que sólo hay una verdad indudable: «Pienso, luego existo» (cogito ergo sum, en latín).

Por el simple hecho de dudar, tengo la certeza de que pienso y existo. Si no hubiera pensamiento y existencia, no sería posible dudar. Esta es la verdad más evidente que el ser humano puede concebir.

El núcleo de toda la filosofía cartesiana se establece en esta verdad. A partir de ella, Descartes pretende avanzar y descubrir otras verdades.

Por tanto, pienso, luego existo no es una mera «frase filosófica». Tiene una finalidad intrínsecamente filosófica.

¿Es posible refutar el «pienso, luego existo»?

Es posible refutar el pienso, luego existo como punto de partida filosófico o como única verdad evidente.

Varios filósofos discreparon de la propuesta de Descartes, subrayando que la existencia del mundo exterior es evidente por sí misma y que negarla sería absurdo.

Además, la originalidad de la experiencia humana es siempre la de un ser-en-el-mundo. No somos algo absolutamente pensante, somos seres encarnados en un cuerpo. El pensamiento propiamente dicho sólo se desarrolla a través del contacto con el mundo exterior.

Por lo tanto, afirmar que sólo somos algo pensante sería destruir nuestra experiencia de un ser esencialmente relacionado con el mundo, con el no-ser.

El acto de pensar implica existencia, pero también implica la existencia del mundo y de los demás.

Por último, esto nos muestra que en filosofía no hay unanimidad. Siempre hay lugar para el diálogo.

Un comentario

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  1. Descartes estuvo muy bien, pero la verdad evidente es «Piensan, luego existo», ya que la duda nace a raíz de la percepción y la percepción es dada por el entorno, existimos en algo, ese algo es una construcción realizada por otros, cuyos límites son dados por la experiencia.

    La capacidad de dudar es consecuencia de que otros piensan. Muy bien por Descartes pero le faltó ir un pasito más atrás, pues se sintió muy seguro bajo la cobija del libre albedrío.

    La realidad es que estando él situando su razonamiento en una capa por sobre el entorno, realmente quizás no exista tal y como se lo imagina o en donde se lo imagina… IA 🙂